Azaña, Unamuno, Luis Martín-Santos… y la memoria histórica

Por Pilar Ortega © 2018 / El Teatro de la Abadía está de celebración.  José Luis Gómez, el capitán de esta nave de creación escénica, ha puesto a andar un ciclo sobre la memoria histórica con el que pretende elevar la cotización intelectual de figuras tan emblemáticas y necesarias hoy como Miguel de Unamuno (1864-1936), Manuel Azaña (1880-1940) o Luis Martín Santos (1924-1964).

El pistoletazo de salida lo ha dado con el montaje Unamuno: venceréis pero no convenceréis, en el que el propio José Luis Gómez se mete en la piel del filósofo de la generación del 98 que, al final de sus días, vio cómo se le arrebataba su dignidad, cómo se le sometía a un arresto domiciliario y cómo le retiraban sin piedad hasta el puesto de rector de su querida Universidad de Salamanca, de la que curiosamente se cumplen ahora 800 años de su creación.

Miguel de Unamuno tenía un aspecto de señor mayor, impenetrable, serio y adusto, casi de ermitaño, pero tras esta fachada escondía un alma de poeta pletórico de sensibilidad, ansioso de sabiduría, rebelde y compasivo. Sufrió mucho, especialmente al final de su vida, simplemente porque un día tomó una decisión equivocada respecto al devenir de España. Sólo eso bastó para que todo su legado intelectual, tan amplio como imprescindible, quedara relegado. Menos mal que el tiempo, lentamente, le ha ido poniendo en el lugar que le corresponde.

Un discurso incendiario

Miguel de Unamuno

Unamuno: venceréis, pero no convenceréis alude, con su título, al  incendiario discurso que el escritor pronunció en la Universidad de Salamanca cuando la tragedia civil ya se había fraguado en España. Y aquellas palabras, dichas el 12 de octubre de 1936 ante académicos, falangistas, legionarios y periodistas, fueron el principio de su fin. Unamuno moría el 31 de diciembre de ese mismo año “de mal de España” como diagnosticó certeramente Ortega y Gasset.

El montaje está dirigido al alimón por José Luis Gómez y Carl Fillon y escarba en la parte más humana de este hombre bueno que integró las filas de la generación del 98. Para ello toma como referencia sus reflexiones, sus cartas, sus poemas, y, sobre todo, aquel texto dicho en alta voz que le condujo a su casa de Salamanca, triste, solo, desencantado. Incluso, hay quien asegura que se salvó de ser linchado por los falangistas gracias a la intervención de Carmen Polo, esposa de Franco, quien, presente como estaba en la sala, le agarró del brazo y lo acompañó hasta la salida. Era un tiempo de “desnacer”, dejó escrito el filósofo salmantino.

Un acto valiente

No es la primera vez que José Luis Gómez rinde tributo a Miguel de Unamuno. Ya se metió en su piel en la película La isla del viento (2015) de Manuel Menchón y posteriormente, en octubre de los años 2016 y 2017, reprodujo, en el mismo lugar y a la misma hora, aquellas palabras del escritor en defensa de su dignidad, de la razón, de la justicia y de la libertad. Ahora reivindica de nuevo aquel acto valiente y sin fisuras en este espectáculo que rinde homenaje al intelectual y también al hombre, aquél que consideraba que “nada de lo humano me es ajeno”.

Unamuno: venceréis pero no convenceréis también nos recuerda el apoyo que el escritor prestó inicialmente a la República Española, de la que llegó a ser diputado a las Cortes constituyentes, y también su posterior desencanto por lo que él consideraba incapacidad de mantener el orden público. Fue el momento en que el autor de Abel Sánchez, desconociendo lo que iba a deparar el futuro, se puso al lado del levantamiento del general Franco, del que pronto se arrepintió. Y no se escondió, sino que dio la cara, porque acometió, dice José Luis Gómez, “uno de los hechos de mayor valentía intelectual de la Historia de España”. Por eso, dice el director de La Abadía, “con este montaje he intentado entrar en esa enorme contradicción que sufren y viven muchísimos intelectuales de la época, desde Marañón a Ortega”.

Respeto y tolerancia

Manuel Azaña

Este monólogo intimista dedicado a Unamuno dará paso en La Abadía al celebrado espectáculo Azaña, una pasión española, con José Luis Gómez también como protagonista y director. Se trata de un montaje que estrenó hace nada menos que 30 años, cuando la sociedad española se hallaba en otras circunstancias, pero que se sigue siendo tan necesario como entonces, porque contribuye, sin duda, a hacer justicia a un político que sufrió el desprecio de la derecha y la incomprensión de la izquierda. Y porque comprobamos cómo sus palabras, tan rebosantes de respeto y tolerancia, siguen tan vigentes como cuando él presidió la Segunda República Española.

José Luis Gómez como Azaña.

José Luis Gómez, que ya en 1980 subió a las tablas La velada en Benicarló de Azaña, organiza el espectáculo de La Abadía en torno a tres pilares: un autorretrato parcial del intelectual y político, su reflexión sobre la historia de España, con textos que hacen referencia al régimen republicano y a la Guerra Civil, entre otros asuntos, y, por último, la meditación sobre el arte y el paisaje españoles. “El objetivo de esta lectura –dice José Luis Gómez- estará más que cumplido si logramos no ya transmitir nuestra emoción, limpia de nostalgia y de revanchismo, ante la bellísima expresión de este ensueño de un proyecto común que es España, sino suscitar el interés por esa poesía civil y sagrada, espejo luminoso de lo más valedero y noble de la existencia humana”.

La puesta en escena de Azaña, una pasión española pretende revalorizar, a través de los discursos, artículos y cartas del estadista, una voz que ha sido también relegada durante mucho tiempo, para que tenga un eco en la sociedad de hoy, y con el fin de que nos haga reflexionar sobre si sus palabras tienen todavía algo que decir a los españoles. No se trata, como dice José Luis Gómez, de invocar a fantasmas del pasado, sino de comprender que el diálogo con nuestra historia permite sentar cimientos sólidos para levantar sin riesgos la democracia.

Amor por la literatura

Al perfil político, hay que sumar el intelectual y literario de Manuel Azaña. Fue íntimo amigo del director de teatro y escritor Cipriano de Rivas Cheriff, con quien funda, en 1920, la revista “La pluma”, donde publica la primera parte de El jardín de los frailes y en la que figuran como colaboradores Alfonso Reyes, Unamuno, Juan Ramón Jiménez, Pérez de Ayala, Valle-Inclán y Díez Canedo, entre otros. Tres años después, se puso al frente de la revista “España” de Ortega y Gasset, donde sufrió la censura del régimen de Primo de Rivera, que provocó el posterior cierre del semanario. Con la Vida de don Juan Valera recibió el Premio Nacional de Literatura en 1927,  el mismo año que termina de publicar El jardín de los frailes y el drama La Corona, que se estrenó en Barcelona en 1931, con la actriz Margarita Xirgú bajo la dirección de su ya cuñado Rivas Cherif, ya que Azaña se casó en 1929 con Dolores, hermana de su gran camarada personal. En 1935, publica Mi rebelión en Barcelona, libro con el que inicia la campaña de formación del Frente Popular, y, después del golpe militar de 1936, prácticamente secuestrado en la ciudad condal, escribe La velada en Benicarló. El 5 de febrero de 1939 Azaña cruzaba la frontera de España a pie para no volver nunca más.

El Madrid de la posguerra

Luis Martín-Santos

La Abadía avanza en el tiempo y nos acerca, con la adaptación escénica de Tiempo de silencio, a uno de los retratos más emblemáticos del Madrid de la posguerra, el pintado por Luis Martín-Santos en una novela que, enseguida, fue traducida a numerosos idiomas y que hasta ahora sólo se había llevado al cine. Lo hizo Vicente Aranda en 1986. Es un descenso a los infiernos de la ciudad a través de la historia de Pedro, un investigador que indaga en la genética del cáncer a través de experimentos con ratones. Sus cobayas van muriendo y, para continuar con su trabajo, se aproxima a “El Muecas”, un pariente de uno de sus ayudantes que le puede proporcionar más animales. Por este motivo, se acerca a las chabolas del extrarradio de la ciudad, donde descubre la terrible realidad en la que se encuentran los que allí viven, una situación en la que acaba implicándose personalmente.

Es en este sórdido escenario donde La Abadía ha invitado a bucear al joven Rafael Sánchez para su debut como director sobre las tablas. Descendiente de emigrantes españoles, creció en Suiza y está en la actualidad muy vinculado al teatro municipal de la ciudad alemana de Colonia. Para este montaje, ha contado con los actores Sergio Adillo, Lola Casamayor, Julio Cortázar, Roberto Mori, Lidia Otón, Fernando Soto y Carmen Valverde.

Coloquios y debates

En paralelo a estos tres montajes teatrales, La Abadía ha organizado una serie de coloquios, de acceso libre y gratuito, con el fin de “reconocer” (palabra capicúa que tiene tres acepciones: volver a conocer, examinar y admitir) la memoria histórica. Unos encuentros que se han programado con la complicidad de la Asociación de la Memoria Social y Democrática de España, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, el Goethe Institut de Madrid y la Asociación Internacional de Estudios de Memoria.

Así, el martes 13 de marzo, tendrá lugar un debate, Vestigios, que será presentado por Chiara Bianchini (Memorias en Red) en torno al valor de las huellas materiales en el proceso de asumir la memoria histórica. En el mismo intervendrán Manuel Melgar, director del Centro Documental de la Memoria Histórica; el artista Fernando Sánchez Castillo y Francisca Sauquillo, de la Comisión de la Memoria Histórica del Ayuntamiento de Madrid.

El martes 3 de abril,  Johanna Vollmeyer, de la Universidad de Comillas, presentará el debate titulado Heridas, que tratará sobre la verdad, la justicia y la reparación, contrastando la experiencia de España con la de otros países. En este acto participarán Carlos Collado Seidel, de la Universidad de Marburg; el fiscal José Antonio Martín Pallín y el filósofo Reyes Mate.

Y, por último, el 8 de mayo, Lidia Mateo, del Instituto de Historia del CSIC, presidirá el debate Silencios, dedicado al silencio que se vivió en la posguerra y el que se pactó en la Transición. Los protagonistas del mismo son la escritora Almudena Grandes y el historiador y académico Nicolás Sánchez-Albornoz.

“Unamuno: venceréis pero no convenceréis”. Hasta el 4 de marzo de 2018.

“Azaña, una pasión española”. Del 8 al 25 de marzo de 2018.

“Tiempo de silencio”. Del 26 de abril al 3 de junio.

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