Las poderosas enseñanzas de bell hooks, “negra, mujer, académica” y feminista

Emma Rodríguez © 2022 /

Sostiene bell hooks que “el anhelo de saber, de comprender cómo funciona la vida” es el motor del pensamiento crítico. Argumenta que los niños, con su curiosidad innata, están capacitados para su cultivo, pero que la clásica educación basada en la conformidad y la obediencia cierra el camino de las preguntas, del cuestionamiento. De ahí que la defensa de una educación que fomente el pensamiento independiente, la capacidad de disentir, esté en la base de todo el recorrido intelectual y académico de esta mujer que abrió innovadores cauces de percepción para el movimiento feminista, que visibilizó y aunó conflictos y situaciones de desigualdad en cuestiones de género, de raza, de clase social.

Estoy pasando las páginas de uno de los ensayos de la autora, Enseñar pensamiento crítico, que acaba de publicar en castellano la editorial Rayo Verde, y no puedo dejar de asombrarme ante lo mucho que queda por conseguir, pese a todo lo que se ha avanzado. No puedo dejar de reflexionar sobre las corrientes retrógradas, de reacción antifeminista, que intentan poner freno, obstaculizar los cambios; sobre el trabajo del sistema patriarcal para que sus pilares básicos sigan en pie a través de los mensajes tóxicos de medios de comunicación convencionales que intentan silenciar, anular, ridiculizar, absorber, los principios de una corriente que hoy más que nunca debe basarse en la solidaridad, en la sororidad, como indica hooks, convencida de que el camino no debe ser en absoluto excluyente, de que los los hombres progresistas han de jugar un papel fundamental en su discurrir.

El feminismo es para todo el mundo es uno de los títulos más conocidos de la escritora, activista y docente afroestadounidense. Y lo dice todo de sus propósitos y principios. Nacida en un pequeño pueblo de Kentucky en 1952, Gloria Jean Watkins, quien cambió su nombre por el de su bisabuela materna, aunque, para diferenciarse, optó por las minúsculas, bell hooks, tuvo una vida combativa, transgresora y fructífera, que se prolongó hasta finales de diciembre de 2021. De su trayecto dan cuenta, además de las ya citadas, entregas tan significativas como ¿Acaso no soy yo una mujer?, Todo sobre el amor, Respondona, El deseo de cambiar: hombres, masculinidad y amor, y su trilogía sobre la enseñanza, constituida por Enseñar a transgredir; Comunidad de aprendizaje: una pedagogía de la esperanza, y el volumen que ahora tengo en mis manos, un manifiesto a favor de la importancia del pensamiento crítico para mantener la buena salud de los sistemas democráticos.

El trabajo de hooks como profesora universitaria en distintas instituciones (la Universidad del Sur de California; la de Yale; el Oberlin College en Ohio; el City College de Nueva York y el Berea College en Kentucky), centros donde enseñó literatura inglesa y estadounidense, estudios de la mujer, afroamericanos y apalaches, nutre una entrega que participa de las propias experiencias, de los aconteceres biográficos, de la formación y crecimiento vital, elementos que aportan reflexión y práctica sobre el terreno, pero, por encima de todo autenticidad y cercanía. No estamos ante un libro teórico, divulgativo sin más, sino ante un trabajo testimonial cargado de verdades, de búsquedas, de compromiso.

Retrato de bell hooks.

La apasionada lectora que fue de niña, gracias a la creencia de sus padres en el poder de los libros, asoma en el capítulo titulado El placer de la lectura, que se corresponde con la Enseñanza 22 (la entrega está dividida en 32 enseñanzas que funcionan como compendio de un legado enriquecedor). En él vemos a nuestra protagonista compartiendo sus lecturas, en el vecindario en el que creció, con las personas mayores o las que no podían salir de sus casas, y rememorando la figura de su padre, “convencido de que aprender a leer y a pensar de forma crítica sobre el mundo en el que vivimos era más importante que una educación universitaria o que los títulos académicos”.

Un convencimiento que ella hace suyo a medida que va entrando en contacto con alumnos reacios y hostiles a la lectura, incapaces de entender que los libros invitan a imaginar, a incorporar nuevas palabras a la vida. “Cada vez hay más estudiantes que perciben el aprendizaje como un simple medio para alcanzar el éxito económico; si no ven una conexión directa e inmediata entre la lectura y sus objetivos profesionales, el poder y el placer de la lectura les pueden parecer del todo irrelevantes”, constata, celebrando, que en su caso, fue la lectura la que la “empoderó para viajar a numerosos lugares con la mente y la imaginación”; la que amplió su conciencia y logró hacer “posible lo imposible“. 

En otro momento del recorrido, hooks recuerda que en su adolescencia, cuando las escuelas ya se habían desegregado, los niños negros eran llevados en autobús a la otra punta de la ciudad, “a un mundo de blanquitud” donde no eran queridos, donde nunca se les llegó a incluir del todo. Entonces ella buscaba autores negros a los que leer, pero los profesores le aseguraban que “poquísimas personas negras habían escrito libros y que lo que habían escrito no era lo bastante bueno para ser enseñado en las escuelas” .

En su adolescencia bell hooks buscaba autores negros a los que leer, pero los profesores le aseguraban que “poquísimas personas negras habían escrito libros y que lo que habían escrito no era lo bastante bueno para ser enseñado en las escuelas”.

Tuve que buscar a escritores negros por mi cuenta y los encontré: James Weldon Johnson, Langston Hughes, Georgia Douglas Johnson y muchos más. Encontré un mundo de poesías escritas por personas negras que eran tan maravillosas, tan cautivadoras, como el trabajo de mi querida Emily Dickinson. Los únicos cánones que formé en mi mente estaban repletos de autores con los que sentía una conexión profunda e inspiradora, escritores cuyas obras me parecían muy buenas porque me ofrecían palabras, sabiduría y visiones lo bastante poderosas para transformarme y transformar mi mundo”, explica nuestra autora, quien, tras sus estudios de Inglés en Stanford  se acabó doctorando con una disertación sobre la escritora y Premio Nobel de Literatura Toni Morrison.

Las reflexiones sobre la lectura son interesantísimas en Enseñar pensamiento crítico. Frente a las nuevas tecnologías, “que violentan los sentidos y embotan la imaginación si no se usan de la forma adecuada”, la ensayista reivindica en todo momento el poderoso nutriente de los libros, defiende con vigor las bibliotecas públicas y agradece la labor realizada por las editoriales independientes que acogen el pensamiento disidente.

Hay momentos en los que bell hooks me recuerda a Vivian Gornick, otra escritora feminista que en ensayos como los que componen el volumen Cuentas pendientes va hablando de su vida a través de los libros leídos y constata como la percepción sobre ellos se va modificando con sus distintas edades, con la mayor agudeza de la mirada. Cuando analiza las críticas a la hegemonía masculina blanca, en el ámbito de las letras, donde los Estudios de las Mujeres y los Estudios Feministas han desarrollado un papel fundamental, bell hooks aborda cuestiones muy complejas. La autora anima a leer de manera crítica a grandes autores como Faulkner, en cuya obra se identifican sesgos de dominio masculino, una clara identificación con la cultura de su tiempo, sin que por ello su obra pierda valor, trascendencia.

Negarme a leer a Faulkner porque era racista y sexista hubiera sido una gran pérdida para la construcción de mi personalidad y de mi identidad. Es cierto que, cuando empecé a dar clases de literatura estadounidense y hablaba de su obra, no ignoraba ni los sesgos ni las expresiones de odio racial que manifestaban algunos de sus personajes, pero tampoco los convertía en el centro de nuestra lectura crítica”, explica la ensayista, quien nombra Luz de agosto como su novela favorita del escritor. 

Como decía, biografía y experiencia, se dan la mano en buena parte del recorrido. La obra de bell hooks bebe en la fuente de sus vivencias, de sus observaciones. La lectura no pudo salvarla de las reglas de un  entorno patriarcal, rígido y autoritario, en el que, como explica, “las niñas inteligentes negras que procedían de entornos pobres y de clase trabajadora tenían dos opciones: limpiar las casas de otras personas o enseñar en una escuela”, pudiendo huir de ese destino si se enamoraban y formaban un matrimonio tradicional en el que “la mujercita se quedaba en casa, aunque eso era más bien una especie de fantasía romántica”, ya que, “en los contextos desfavorecidos”, eran muy pocas las mujeres casadas que podían permitirse ese lujo.

Las circunstancias, sin embargo, beneficiaron a la autora, puesto que cuando acabó la educación secundaria “el mundo estaba empezando a despertar y a escuchar las voces de las mujeres negras”. Se refiere a la lucha por los derechos civiles y a la liberación de las mujeres, dos “increíbles y profundas revoluciones” que marcaron su destino. Los movimientos por la justicia social favorecieron su entrada en la universidad gracias a las becas que recibió, la convencieron de que podía cumplir su sueño de convertirse en escritora y más adelante le descubrieron su aptitud para el trabajo intelectual, centrado en “la producción de teoría feminista y crítica cultural”.

Las cuestiones de raza, género y sexualidad, centran gran parte del trabajo de bell hooks. En su trayecto la lucha de la mujer no puede separarse de la batalla contra el racismo y contra el sistema capitalista, con sus desigualdades y su escala de dominios. En su caso, el propósito y la habilidad para “deconstruir postulados previamente asumidos” van juntos, lo cual la convirtió en una figura incómoda en amplios sectores reacios a cuestionar el “statu quo”. “Cuando compartimos conocimientos que requieren de los oyentes un cambio de paradigma, este proceso es casi siempre difícil y doloroso”, señala la ensayista, quien recurre a la experiencia con alumnos que le confesaron haberla odiado, a ella y a sus clases, por hacerlos ser conscientes de hechos que no estaban dispuestos a aceptar y que, posteriormente, pudieron comprobar por sí mismos al entrar en el mundo laboral. 

Las cuestiones de raza, género y sexualidad, centran gran parte del trabajo de Quien es un referente esencial del feminismo. En su trayecto la lucha de la mujer no puede separarse de la batalla contra el racismo y contra el sistema capitalista.

Es fácil comprobar lo que nos dice hooks cuando acudimos a la actualidad, pienso mientras repaso este trecho de la lectura. Cuánto cuesta convencer a la ciudadanía de las transformaciones que exige el cambio climático, por ejemplo. Cuánto cuesta defender lo que va en contra del pensamiento dominante, pese a que mejore el futuro de las generaciones venideras. Qué complicado es cultivar la disidencia en cualquier ámbito de la vida, aunque vaya acompañada de coherencia, de verdad. Aquí trazo un puente con otra lectura, Las cárceles que elegimos, de Doris Lessing, quien nos dice que “mantener una opinión individual disidente, siendo miembro del grupo, es la cosa más difícil del mundo”. 

En Enseñar pensamiento crítico bell hooks rinde homenaje a pedagogos como el brasileño Paulo Freire, que inspiró sus pasos, y a docentes que la ayudaron a encontrar el camino hacia horizontes no trillados a través de “la integración entre la reflexión y el aprendizaje de contenidos”. Destaca la mención a Diane Middlebrook, biógrafa de Anne Sexton y Sylvia Plath, quien creyó en su voz “fuerte y poderosa” y la animó a crecer como escritora. Un día la profesora distribuyó en la clase que impartía en la Universidad de Stanford un poema de la joven estudiante, la futura hooks, sin desvelar su autoría, para ver si se podía identificar el género de quien lo había escrito. “Al mostrarnos la falsedad del pensamiento sexista, que era común en aquella época e insistía en que las obras de las mujeres jamás podrían ser tan buenas como las de los hombres, derribó los muros de la prisión que había colonizado nuestra imaginación y mantenía nuestras mentes cautivas. Para mí fue un momento transformador que me cambió la vida”, asegura.

La escritora y activista en su faceta de conferenciante.

La revolución feminista contribuyó a desmontar el pensamiento y los sesgos sexistas, los pilares de una educación como herramienta para reforzar el pensamiento patriarcal. La situación de las mujeres en los sectores académicos se modificó positivamente, pese a la persistencia de estructuras conservadoras en las jerarquías de las instituciones. A todo ello se refiere bell hooks en un poderoso apartado de Enseñar pensamiento crítico, obra que fue publicada en EEUU en 2010.

La ensayista analiza la situación en el país y alude a la manera en que los resortes del sistema se activaron en su momento para rechazar los cambios, poniendo en pie una campaña de duras críticas a los logros de un movimiento que amenazaba al sistema establecido. “La crítica de los cánones patriarcales y del dominio patriarcal, imperialista, supremacista blanco y capitalista en el pensamiento académico ha perdido impulso en los últimos tiempos, mientras que el pensamiento antifeminista y las perspectivas patriarcales han resurgido. Los educadores que reconocen la importancia de terminar con los sesgos sexistas que deterioran la educación reconocen también la importancia de mantener las perspectivas feministas (…) Tienen que mantenerse atentos y críticos para asegurarse de que los sesgos sexistas no vuelvan a convertirse en la norma”, vamos leyendo.

En «Enseñar pensamiento crítico» la autora rinde homenaje a pedagogos como el brasileño Paulo Freire, que inspiró sus pasos, y a docentes que la ayudaron a encontrar el camino hacia horizontes no trillados a través de “la integración entre la reflexión y el aprendizaje de contenidos”.

Derribar muros, pensar fuera de los marcos establecidos, visibilizar los distintos tipos de dominación para contribuir a derruirlos, es lo que hace una y otra vez bell hooks en su obra, a través de su trabajo en las aulas, de la exposición de sus ideas en publicaciones diversas, en conferencias… Las experiencias dolorosas que vivió mientras estudiaba la animaron a “esforzarse por enseñar de forma humanizadora”, ejercitando el pensamiento crítico, levantando el espíritu de sus estudiantes para que “alcanzaran su propia plenitud de pensamiento y de ser”, como hizo con ella Middlebrook.

Las páginas de este ensayo del que os estoy hablando son un regalo para todo tipo de lectores, pero especialmente para quienes ejercen la docencia y más aún para los que conservan la esperanza en un tipo de educación que recupere palabras como integridad, un concepto que, por desgracia, como señala la autora, es considerado por muchos docentes y estudiantes como anticuado, sin sentido “en un mundo en el que todos se esfuerzan en alcanzar el éxito”. 

Un tipo de educación participativa, descolonizadora de mentes, no basada en el asignaturismo, atenta a los movimientos por la justicia social. El compromiso, el cultivo de la imaginación, la comunidad de aprendizaje, la conversación como medio para “confrontar con otras maneras de ser y de conocer”, la importancia de las historias personales que se comparten y ayudan a superar conflictos… De todo ello habla detenidamente bell hooks. Son las herramientas que fue descubriendo y usando a lo largo de su camino, un camino no exento de dudas, de tropiezos, de obstáculos que superar.  

Las aulas académicas cambiaron de manera fundamental por la insistencia del movimiento feminista contemporáneo en que “lo personal es político”, en que la experiencia debe valorarse tanto como la información basada en hechos y en que, por supuesto, hay lugar en el proceso de aprendizaje para que cada persona cuente su historia personal”, voy leyendo. Y más adelante: “Las historias, sobre todo las personales, son una de las formas más potentes para educar, para crear una comunidad en el aula. Y esto se ha vuelto especialmente cierto a medida que las aulas se hacían más diversas…”

Bell hooks durante encuentro en el instituto que lleva su nombre.

Originales, innovadoras e inconformistas, las enseñanzas de hooks resultan altamente inspiradoras, superan el ámbito académico y son aplicables a la vida, mostrándonos la manera en que nos vemos encerrados en las trampas del dominio, de las verdades asumidas, inoculadas generación tras generación. “En la cultura del dominador, matar la imaginación es una manera de reprimir y contener a las personas dentro de los límites del “statu quo” , leemos en el capítulo dedicado a la imaginación, un capítulo donde la autora sostiene que el cultivo de esta “es una de las más poderosas formas de resistencia que las personas oprimidas y explotadas pueden usar y, de hecho, usan”.

Bell Hooks aboga por una educación participativa, descolonizadora de mentes, no basada en el asignaturismo, atenta a los movimientos por la justicia social, donde El compromiso, el cultivo de la imaginación y la conversación son fundamentales.

En circunstancias traumáticas la imaginación puede ser un salvavidas. Muchas veces, los niños consiguen sobrevivir a abusos imaginando un mundo en el que están seguros. En la cultura supremacista blanca, las personas negras iniciaron el movimiento “Black is Beautiful” (lo negro es bonito) para resistir el continuo ataque que suponían las representaciones negativas de la negritud. Sin la capacidad de imaginar, las personas se quedan atascadas, son incapaces de alcanzar un lugar de poder y lleno de posibilidades”, sigue argumentando hooks. 

La discriminación racial, que sigue estando muy presente en la sociedad estadounidense, pese a los logros alcanzados en la lucha por los derechos civiles, es, indiscutiblemente, uno de los temas centrales en la obra de nuestra autora, quien ha contribuido a identificar los estereotipos negativos extendidos sobre las mujeres negras, las tensiones y conflictos sociales a los que han debido enfrentarse en todos los ámbitos, incluido, por supuesto, el de la docencia, donde las profesoras negras han sido desvalorizadas continuamente por sus estudiantes, tachadas como “personas enfadadas, agresivas y malvadas”, co mo auténticas “brujas”. Es muy poderoso el capítulo donde hooks analiza la situación. Su propio título, a modo de presentación de las propias señas de identidad de la autora, es ya muy significativo: Negra, mujer y académica

Es muy interesante la parte en la que habla de sus libros infantiles, una eficaz vía para desmontar prejuicios desde la raíz, para cuestionar ideas y miradas asimiladas, sembrando nuevas y enriquecedoras semillas. “Dentro del patriarcado imperialista, supremacista blanco y capitalista, las niñas negras y todas las personas negras en general recibimos a diario un bombardeo de representaciones negativas de nuestros cuerpos y nuestra identidad que pretende que internalicemos el autoodio racial. No es una tarea fácil crear imágenes que nos retraten como somos y como queremos ser, es decir, representaciones basadas en la resistencia, imágenes que contrarresten los estereotipos negativos. Pero cuando nos creamos a nosotros mismos, cuando salimos de lo establecido, de lo que nos estereotipa y limita es algo maravilloso, sensacional”, argumenta la ensayista.

En la parte final de la obra esta mujer dinámica, comprometida, reflexiona sobre cuestiones como el sentido de lo sagrado, “la importancia de la espiritualidad en nuestra vida cotidiana”, la práctica de la compasión, el crecimiento interior… Hay pasajes muy hermosos, reveladores, al respecto. En un momento dado bell hooks afea al movimiento feminista que haya ridiculizado la búsqueda del amor, dando mucha más importancia a la libertad y al poder. Pero el amor, no entendido según los convencionales conceptos patriarcales, sino como “autorrealización individual”, como energía vital, no puede ser desdeñado.

A menudo, cuando las mujeres han llegado al poder , se han dado cuenta de que faltaba amor, y de que, por muy grande que fuera el poder, no era satisfactorio sin amor”, escribe. Y añade después: “La búsqueda femenina del amor tiene que empezar por un ejercicio de amor por una misma (…) Estamos obsesionadas con amar a los demás y no con amarnos a nosotras mismas, porque, en apariencia, es muy difícil que las mujeres podamos hacerlo. Mientras el patriarcado siga ocupando una posición dominante, las mujeres independientes, poderosas, que se quieren a sí mismas, siempre serán atacadas por el “statu quo”… 

Como señalaba anteriormente, Enseñar pensamiento crítico es un compendio de los aprendizajes emprendidos por bell hooks, de sus convencimientos y búsquedas. Se trata en definitiva de un regalo para la vida, de un poderoso legado, del que también da cuenta la creación del bell hooks Institute, en el Berea Collegue (Kentucky), un lugar para la conversación y el debate al que han acudido destacadas pensadoras y activistas. Una y otra vez nuestra protagonista anima a no rendirse, a seguir trabajando por el cambio. “En esta época de extrema reacción antifeminista, de creciente fascismo y del concomitante apoyo de este a la guerra y a todo lo que se parece a ella, es fundamental que celebremos la fortaleza de un movimiento feminista persistente y del Estudio de las Mujeres”, escribió hace más de una década, aunque parezca que acaba de hacerlo ahora, en el presente que habitamos. 

“En esta época de extrema reacción antifeminista, de creciente fascismo y del concomitante apoyo de este a la guerra y a todo lo que se parece a ella, es fundamental que celebremos la fortaleza de un movimiento feminista persistente», sostiene Hooks.

La educación democrática lleva demasiado tiempo bajo amenaza. Ya alerta de ello la autora, quien señala que ha ido sucediendo “a medida que los intereses de las grandes empresas y del capitalismo corporativo empuja a los estudiantes a concebir la educación como un simple medio para alcanzar el éxito material”. Una forma de pensar “que hace que la acumulación de información sea más importante que la obtención de conocimientos o el aprendizaje para pensar de forma crítica”.

Bell hooks toma como referencia la obra de Hervé Kempf, Cómo los ricos destruyen el planeta, donde sostiene que “el capitalismo ya no necesita a la democracia”, y sigue argumentando: “El principio de igualdad, que es fundamental en los valores democráticos, significa poco en un mundo dominado por una oligarquía global. Mediante la utilización de la amenaza de ataques terroristas para convencer a la ciudadanía de que la libertad de expresión y de protesta está en peligro, los gobiernos del mundo están adoptando políticas fascistas que socavan la democracia en todos los frentes”. 

Examinar de manera crítica nuestro mundo, nuestras propias vidas, es algo a lo que debemos aspirar. No tenemos que ser intelectuales o académicos para involucrarnos en ello, nos recuerda hooks en el último capítulo de su ensayo, titulado Sabiduría práctica. Yo me atrevo a añadir que el pensamiento crítico no consiste en opinar sobre todo, en querer tener la razón y recurrir al insulto en las redes sociales. El pensamiento crítico se acompaña de la reflexión detenida y se intensifica cuando somos capaces de añadir contención y calma ante los ruidos, intentando alcanzar algo de luz, de verdad.

El pensamiento crítico promueve un entusiasmo por el aprendizaje a lo largo de toda la vida. Imbuida por esta percepción, la sabiduría práctica nos ayuda a recordar que las ideas no son fijas y estáticas, sino que siempre están sujetas al cambio”, señala hooks. “Un elemento de sabiduría práctica que acompaña al pensamiento crítico consciente es la continua experiencia de sentirse maravillado. La capacidad de asombro, emoción e inspiración frente a las ideas es una práctica que abre de forma radical la mente”, argumenta. Cuando llega el momento de cerrar las páginas de este libro tan esclarecedor, no encuentro mejor manera de hacerlo que interiorizar esa idea: “la continua experiencia de sentirse maravillado”. Más que una idea, un deslumbramiento, una inspiración que llena de luz esta Ventana, siempre abierta, que quiere ser Lecturas Sumergidas.

Enseñar pensamiento crítico, de bell hooks, ha sido publicado por Rayo verde. La traducción la firma Víctor Sabaté.

La fotografía principal de este artículo, una imagen de juventud de la autora, forma parte de los archivos de The bell hooks Institute.

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