Peter Gabriel, música para un mundo sin fronteras

Por Fidel Oltra © 2017 / Desde la segunda mitad del siglo XIX hasta 1945, empezando con la Guerra Franco-Prusiana y terminando con la II Guerra Mundial, todos los conflictos bélicos generalizados han tenido a Francia y Alemania en bandos opuestos. Una historia de guerra y rivalidad que empezó a suavizarse en 1950 con la Declaración Schuman, con la que el ministro de exteriores francés lanzó una oferta a Alemania para unir sus producciones de carbón y acero. Aquel discurso se considera como uno de los momentos fundacionales de la Unión Europea, y su fruto inmediato fue la creación de la Comunidad Europea del Carbón y el Acero (CECA), al que se unieron también Bélgica, Italia, Luxemburgo y los Países Bajos. La idea, más allá de la cooperación económica, era estrechar lazos entre países que habían sido enemigos en las dos guerras mundiales con el objetivo de evitar nuevos conflictos militares en Europa. Posteriormente, en 1957, el Tratado de Roma dio lugar al nacimiento de la Comunidad Económica Europea, un proyecto ambicioso que iba más allá y en el que se hablaba ya, como objetivo, de la libre circulación de mercancías y personas entre los países que formaban parte del acuerdo.

Dentro de ese nuevo clima de amistad y reconciliación entre Francia y Alemania, el presidente francés Charles De Gaulle propuso realizar una serie de competiciones entre niños de los dos países, de manera similar a las que venían teniendo lugar entre diversas ciudades francesas. En 1965 la idea cuajó y se celebró la primera edición de Inter Nations Games, con chavales de Francia y Alemania a los que se unieron también otros procedentes de Bélgica e Italia. Los participantes llevaban uniformes con colores que distinguían cada país, y competían en juegos infantiles que tenían lugar muchas veces en piscinas o parques. En 1967 se unió el Reino Unido a la competición, que empezó a ser retransmitida por las televisiones de muchos países europeos. Finalmente el concurso recibió el nombre definitivo de Jeux sans frontières (Juegos sin fronteras) excepto en Inglaterra, donde la BBC, que se encargaba de la retransmisión, lo difundía como It’s a Knockout. Con algunas entradas y salidas de países, Juegos sin fronteras se estuvo celebrando hasta 1982 en un formato en el que, en ocasiones, había primero una competición interna en los países participantes para luego llegar a la fase final europea, mientras en otras ediciones cada país organizaba una ronda en la que participaban equipos del resto de países. La idea se retomó en 1988 ya sin Alemania y con la participación por primera vez de España, que ganó en 1990. Las partes del concurso que tenían lugar en nuestro país fueron presentadas por Guillermo Summers, Ignacio Salas y Carmen Otero. La última competición de Jeux sans frontières tuvo lugar en 1999 con Francia, Italia, Suiza, Grecia, Hungría y Eslovenia, siendo Italia la ganadora.

El mismo año en el que tuvo lugar la Declaración Schuman nació Peter Brian Gabriel en Surrey, Inglaterra. Los antecedentes de su familia le llevaron a interesarse por diversos instrumentos musicales y también por la interpretación. El año en que la BBC se unió al concurso Jeux sans frontières, 1967, Gabriel formó el grupo de rock progresivo Genesis. Junto a Tony Banks, Mike Rutheford, Steve Hackett y Phil Collins como formación más representativa, desarrolló sus inquietudes teatrales y espirituales en una serie de discos excepcionales y actuaciones en directo impactantes por su puesta en escena, que incluía a Peter Gabriel disfrazado de diferentes personajes en función del tema interpretado. La excesiva atención que despertaba el cantante y líder del grupo provocaba malestar en el resto de sus integrantes, situación complicada que desembocó en la salida de Peter Gabriel en 1975. Aunque todo el mundo dio por muerto a Genesis, lo cierto es que el grupo, liderado desde entonces por Phil Collins, consiguió sus mayores éxitos sin Gabriel en la formación. Por su parte, Peter Gabriel debutó en solitario con el single Solsbury Hill, uno de sus mayores éxitos, y lanzó diversos discos homónimos en los años siguientes. En esos últimos años de la década de los 70 Gabriel empezó a interesarse por la llamada world music, y también por un concepto, la globalización, que no empezaría a popularizarse hasta después de la caída del Muro de Berlín.

Aquellos últimos años 70 vivieron un repunte en la llamada Guerra Fría, con la llegada al poder de Margaret Thatcher en Gran Bretaña, la invasión soviética de Afganistán y, principalmente, con la victoria de Ronald Reagan en las elecciones presidenciales estadounidenses de 1981. El mundo volvía a temblar ante el temor a una inminente guerra nuclear entre las dos grandes potencias militares, al tiempo que se desataban crisis económicas y hambrunas en diferentes zonas del mundo. Muchos artistas tomaron conciencia, puede que por primera vez desde la revolución cultural de los 60, de la Humanidad como causa global, sin diferencias, sin fronteras. La música volvió a su mirada a conflictos como los de Camboya, con Paul McCartney organizando un concierto a beneficio de los damnificados por la guerra en aquel país que contó con la participación, además del propio McCartney, de grupos como The Clash, The Specials o Queen. Más adelante, entrada la década de los 80, los conciertos y canciones a beneficio de diferentes causas humanitarias se hicieron bastante habituales: Live Aid en 1985, el Do they know it’s Christmas de Band Aid en 1984 y el We are the world de USA for Africa en 1985 son quizás los momentos más relevantes en lo que se refiere a remover conciencias con la música, y ayudaron a poner el foco en los problemas del llamado Tercer Mundo. Mientras, músicos como Barrabás (Hey Mr. Reagan, hey Mr. Breznev, 1981) o Sting (Russians, 1985), por mencionar algunos, levantaban su voz de manera más que explícita contra la amenaza bélica.

Otro conflicto al que se le empezó a prestar más atención en aquellos años era el Apartheid que sufría la población negra en Sudáfrica. Steven Van Zandt, famoso escudero de Bruce Springsteen en su E Street Band, consiguió reunir también en 1985 a un conjunto de famosos artistas para interpretar su canción Sun City en contra de la discriminación racial en aquel país. Una discriminación que no se limitaba a la falta de derechos civiles, sino que llevaba consigo violencia y asesinatos. Como la tristemente famosa Matanza de Soweto, en junio de 1976, con más de 500 jóvenes estudiantes muertos a manos de las fuerzas represivas gubernamentales. Aquel levantamiento de Soweto estuvo organizado por el Movimiento de Conciencia Negra, cuyo principal líder era el estudiante de medicina Steve Biko. Aunque había estado en varias ocasiones en arresto domiciliario, hasta entonces Biko había tenido más suerte que otros líderes como Nelson Mandela, encarcelado desde mediados de los 60. Sin embargo, a partir de los disturbios de Soweto la policía de seguridad sudafricana lo puso bajo su punto de mira. Tras diversos arrestos y posteriores liberaciones entre 1976 y 1977, Steve Biko murió el 12 de septiembre de 1977 a consecuencia de las palizas y torturas recibidas durante su retención por parte de las fuerzas policiales en Port Elizabeth.

Peter Gabriel, ya muy concienciado socialmente a finales de los 70, preparaba su nuevo álbum en 1979 y decidió dedicarle una canción al activista asesinado. Se tituló Biko, y empezaba y terminaba con fragmentos de dos canciones folk sudafricanas anti-apartheid, canciones que sonaron en el funeral de Steve Biko. Una de ellas se titulaba Senzeni na? (¿Qué hemos hecho?), y era muy conocida desde los primeros días del Apartheid. “¿Qué hemos hecho? ¿Nuestro pecado es ser negros? “. Biko cerró el tercer álbum de Peter Gabriel, conocido como Peter Gabriel III, publicado en mayo de 1980. También cerró sus conciertos durante mucho tiempo, con la gente coreando la canción mientras los músicos se despedían en el escenario. En ese mismo disco Gabriel incluyó una canción inspirada por los Jeux sans frontières en un doble sentido: como metáfora sobre los locos juegos de guerra que se llevaban entre manos los líderes mundiales, y también como reivindicación de un mundo globalizado, hermanado, libre de fronteras y barreras de todo tipo. La canción se tituló Games without frontiers, traducción directa del nombre original del concurso, aunque en la letra aparece mencionado el nombre original en francés, y también el que recibió en Gran Bretaña (It’s a knockout). Gabriel contó con la colaboración de la enigmática Kate Bush en los coros, quien a su vez lanzó a finales de 1980 el single Army dreamers, el lamento de una madre por su hijo muerto durante unas maniobras militares.

Casi 40 años después, todos aquellos sueños de un mundo unido, globalizado, libre de guerras y conflictos entre naciones parecen definitivamente condenados a ser solo eso, sueños. Con Trump levantando muros en las fronteras de los Estados Unidos, el Brexit y el ascenso del fascismo amenazando con desmembrar Europa, y la propia Unión Europea vigilando ferozmente sus fronteras exteriores ante la llegada de refugiados, quizás sería el momento para resucitar la idea de los Jeux sans frontières a nivel mundial. Sí, es posible que un mundo sin fronteras les resulte a muchos una utopía, algo irrealizable en el mejor de los casos cuando no directamente indeseable para demasiada gente. Sin embargo, lo que ha quedado demostrado a lo largo de la historia es que el mundo es mucho peor cuando las naciones levantan muros, barreras y fronteras de todo tipo. Games without frontiers, world without tears.

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