Tristes, festivas, músicas de invierno

Fidel Oltra © 2018 /

Si hay algún sonido que cualquiera asocia inmediatamente a la Navidad, ese es el de los villancicos. En estas fechas suenan insistentemente en celebraciones familiares, centros comerciales, fiestas infantiles y eventos diversos. Sin embargo no siempre fue así, ya que en su origen el término solo hacía referencia a un tipo especial de composición musical identificable por su estructura métrica, tuviera o no referencias religiosas. De hecho los primeros villancicos eran canciones profanas en las que los habitantes de las villas, de ahí su nombre, relataban historias sobre acontecimientos cotidianos. Poco a poco los villancicos sobre temática religiosa se fueron imponiendo sobre el resto, que evolucionaron hacia otras formas de canción, hasta que finalmente el nombre de villancico se mantuvo exclusivamente para designar las tradicionales canciones navideñas que todos conocemos. Esta transformación se aceleró principalmente a partir de la reforma de Lutero, de quien se cuenta que componía sus propios villancicos. Tal vez ese hecho, que podría pasar por anecdótico, haya sido crucial para la evolución del protestantismo hacia una forma de culto con más protagonismo de la música que en el catolicismo, más severo y esquivo a la música popular al menos hasta tiempos muy recientes.

El origen de alguno de los villancicos más populares se pierde casi en el origen del género, aunque en otros casos su nacimiento sí que está bastante documentado. Por ejemplo, la célebre Noche de paz es obra de un compositor austríaco con letra de un sacerdote también de aquel país. Desde Austria se extendió por toda Europa y hoy en día en los países de habla inglesa es tan popular el Silent night como para nosotros lo es su versión castellana. El tamborilero, una de las piezas más populares como canción incluso más allá del tradicional ámbito navideño, parece venir también desde el centro de Europa habiéndose extendido hacia otros países con el tiempo. La primera versión en inglés data de mediados del siglo XX, y algunos años después Raphael la hacía popular en nuestro país hasta tal punto que se ha convertido en uno de los temas más conocidos de su repertorio. La tradicional tonadilla de 25 de diciembre parece venir del catalán, manteniéndose en castellano, en el estribillo, la repetición de la palabra fum (humo en catalán). Otros de los villancicos más conocidos, como Campana sobre campana o Los peces en el ríoparecen tener su origen en Andalucía en una época incierta. Algunos expertos, basándose en análisis de sus características musicales, consideran que podríamos estar hablando de antiguas cancioncillas mozárabes, los «villancicos» de la Edad Media antes mencionados, que se han conservado con algunas transformaciones hasta nuestros días.

Es curioso que, mientras en nuestro entorno el villancico ha quedado como sinónimo de canción navideña, casi siempre con referencias religiosas, en el ámbito anglosajón la distinción entre el villancico religioso (carol en inglés) y la canción navideña (Christmas song) se ha mantenido aunque en ocasiones de manera difusa. Quizás, como comentábamos antes, sea debido a la mayor relajación de la Iglesia Protestante, una vez superados los reparos iniciales de alguna de sus ramas, en lo que al uso de la música popular en sus ceremonias se refiere. En general las canciones navideñas más populares en lengua inglesa, muchas de ellas exportadas al resto del mundo, apenas contienen referencias religiosas y se centran, en cambio, en otros aspectos más profanos y mundanales: la nieve, las celebraciones familiares, los buenos deseos y, por supuesto, en uno de los principales protagonistas de las navidades anglosajonas: Santa Claus.

Temas conocidos en todo el mundo como We wish you a merry Christmas tienen también su origen, como  buena parte de nuestros equivalentes castellanos, en canciones populares de hace siglos. En este caso, como en muchos otros derivados del ámbito anglosajón, hablamos más de una canción navideña que de un villancico propiamente dicho. A pesar de que se desean «buenas nuevas» a familiares y amigos, a lo largo de la canción solo se menciona la Navidad, el año nuevo y, en una estrofa que en general no ha trascendido a otras idiomas, Santa Claus.

We all know that Santa’s coming,
We all know that Santa’s coming,
We all know that Santa’s coming,
And soon will be here.

Otra de las canciones navideñas más conocidas en inglés es Jingle bells. Un tema que, sin embargo, fue compuesto en el siglo XIX por un pastor protestante para celebrar el Día de Acción de Gracias con sus feligreses más jóvenes. De alguna forma la canción, quizás por sus «campanas tintineantes», se fue asociando con el tiempo a la llegada de Santa Claus con su trineo arrastrado por renos con cascabeles. Así fue como un tema que habla sobre la alegría de montar a caballo sobre la nieve, cantando y silbando en alegre contacto con la naturaleza, quedó de manera indisoluble asociada a la tradición navideña. Del siglo XIX, o incluso anteriores, son también otras canciones navideñas que entrarían más en nuestra categoría de villancico por su temática religiosa: O little town of Bethlehem, God rest you merry, gentlemen, Joy to the world o O come, all ye faithful, aunque esta última en realidad es una adaptación al inglés del Adeste Fideles, compuesto originalmente en latín, aunque de origen incierto.

Bing Crosby en 1951

El fenómeno «Christmas songs» como canción comercial eclosionó durante la época dorada del llamado American Songbook, en la primera mitad del siglo XX. No debe ser casualidad que dos de los tres singles más vendidos de todos los tiempos sean canciones con temática navideña y lleven la voz de Bing Crosby. Hablamos, claro, de la imbatible White Christmas, con más de 50 millones de copias vendidas, y de la versión de Silent night,grabada por el mismo cantante. Es posible que el éxito de esta última, en 1934, fuera el detonante para la gran cantidad de estándares navideños editados en los años siguientes, aunque meses antes, en 1933, Haven Gillespie había compuesto ya uno de los temas navideños más populares en los Estados Unidos: Santa Claus is coming to town. Una composición infantil que con el tiempo acabó convirtiéndose en un estándar que prácticamente ningún artista importante de aquellas latitudes ha dejado de grabar, desde el propio Bing Crosby hasta Bruce Springsteen pasando por The Jackson 5, Frank Sinatra, The Andrews Sisters, Chris Isaak o The Carpenters, entre muchos otros. En esa etapa entre mediados de los años 30 y principios de los 50, una de las más gloriosas para la canción popular norteamericana, vieron la luz otros grandes éxitos navideños como Have yourself a merry little Christmas, Let it snow! Let it snow! Let it snow!, Baby it’s cold outside, Rudolph the red-nosed reindeer, Winter wonderland, The Christmas song, Frosty the snowman, The little drummer boy, The twelve days of Christmas, Blue Christmas, Happy holiday, Here comes Santa Claus, I’ll be home for Christmas y muchos otros. Todo artista importante en los Estados Unidos, desde entonces, ha grabado en algún momento de su carrera un disco navideño.

Pero no todo en la Navidad es sentimiento religioso, recogimiento, paz, amor o felicidad. Con la llegada del rock and roll, incluso antes, empezaron a proliferar los acercamientos irreverentes a las canciones navideñas. Temas como All I want for Christmas is my two front teeth, de 1948, inauguraron una larga lista de canciones que podríamos considerar como parodias o al menos contrapartidas de esa Navidad blanca y feliz que hasta entonces había sido retratada por el pop. Estas nuevas generaciones se aproximaban a la Navidad desde una actitud más humorística o juvenil (I saw mommy kissing Santa Claus, Jingle bell rock, Rockin’ around the Christmas tree, Run Rudolph run), melancólica (A not so merry Christmas, Please come home for Christmas, Christmas will be just another lonely day) o crítica (Santa Claus go straight to the ghetto de James Brown, I want to come home for Christmas de Marvin Gaye o Who took the merry out of Christmas? de The Staple Singers). Estas últimas seguían una tradición, arraigada en la maltratada comunidad afroamericana, que posiblemente arrancó popularmente con el The little boy that Santa Claus forgot de Nat King Cole, todavía en los años 30.


 Sting, Bono de U2, Phil Collins, Paul Weller, Paul Young, Boy George y un largo etcétera de artistas que participaron en la grabación de Do they know it’s Christmas?, tema compuesto en 1984 por Midge Ure, cantante de Ultravox, junto a Bob Geldof

A partir de los años 70, encajonadas entre dos grandes éxitos navideños como el Feliz Navidad de José Feliciano (1970) y el celebérrimo All I want for Christmas is you de Mariah Carey (1994), encontramos multitud de canciones con referencias a la Navidad, escritas desde puntos de vista muy distintos a los tradicionales. Hablamos de temas como Happy Xmas (war it’s over) de John Lennon, Merry Christmas (I don’t wanna fight tonight) de los Ramones, Last Christmas de Wham o Please daddy (don’t get drunk this Christmas) de John Denver, por citar algunos. Sin embargo, la canción navideña más conocida de los 80 consiguió el difícil equilibrio entre la crítica al sistema consumista y la comercialidad más absoluta. Hablamos de Do they know it’s Christmas? tema compuesto en 1984 por Midge Ure, cantante de Ultravox, junto a Bob Geldof, que venía de triunfar a finales de los 70 con su grupo Boomtown Rats y la canción I don’t like mondays, además de protagonizar la película The Wall,basada en el disco de Pink Floyd.

Sobrecogidos por la crisis humanitaria en el este de África, con la peor hambruna en décadas arrasando Etiopía, decidieron crear una canción que denunciara la dramática situación. Pensaron también que, para darle la máxima difusión posible, sería importante contar con la colaboración de algunas de las grandes figuras del momento. Geldof contactó con Sting, entonces en la cresta de la ola con Police, y la respuesta fue afirmativa. Posteriormente hizo lo propio con los cantantes de dos grupos que estaban también en un gran momento: Duran Duran y Spandau Ballet. Animado por el éxito, acabó reuniendo a muchos de los grandes nombres de la música británica de mediados de los 80: además de los mencionados también formaron parte del proyecto Band Aid gente como Bono de U2, Phil Collins, Paul Weller, Paul Young o Boy George, entre otros. Superestrellas como Paul McCartney o David Bowie no pudieron participar en la grabación por diversas circunstancias, pero dejaron mensajes de apoyo grabados. La canción, artísticamente mediocre, consiguió su objetivo: se convirtió en el segundo single más vendido de toda la historia del Reino Unido y suponemos que recaudaría una buena cantidad para las organizaciones que trabajaban sobre el terreno intentando aliviar la crisis. El proyecto Band Aid fue recuperado posteriormente, primero en 1989 y después con motivo de sus 20º y 30º aniversario, pero con muchísima menos repercusión.

Portada del Álbum de Tom Waits en la que se incluye
Christmas card from a hooker in Minneapolis . En la foto de cabecera del artículo también aparece Tom Waits.

Son, sin embargo, dos canciones menos famosas las que representan de una manera más desgarradora esa otra cara de la Navidad, la de la gente que sufre, que no tiene paz ni amor en sus vidas. Dos canciones separadas por diez años, una compuesta por Tom Waits y publicada en 1978, la otra obra del grupo anglo-irlandés The Pogues e incluida en su álbum de más éxito: If I Should From Grace With God, lanzado en 1988.

Tom Waits compuso Christmas card from a hooker in Minneapolis, según sus palabras, durante una gélida noche invernal en medio de batallas callejeras y sonidos de sirenas de coches policiales. Sonidos que se entretejían en una cruda y desasosegante mezcla con los villancicos y anuncios navideños que se escuchaban por toda la ciudad en esos días. La canción empieza con una triste melodía tocada al piano, un inicio que desprende melancolía y soledad. Waits empieza entonces a cantar y nos cuenta la historia de una prostituta y drogadicta aparentemente redimida. La chica le escribe una carta a un tal Charlie contándole cómo ha cambiado su vida. Ha dejado las drogas y el alcohol, está embarazada y, a pesar de las penurias económicas, comparte su vida con un buen hombre que la quiere, la cuida, toca el trombón y la saca a bailar los sábados por la noche. La chica recuerda los viejos tiempos, a los amigos que ya no están, pero no los echa en falta ya que su vida ahora es feliz por primera vez en mucho tiempo. En el último verso, sin embargo, ella se derrumba y confiesa: no está embarazada, nadie cuida de ella. De hecho está en la cárcel y necesita dinero para pagar a su abogado para ver si consigue la libertad provisional en una vista que, parece ser, está prevista para el día de San Valentín. Es difícil escuchar la canción sin sentir un nudo en el estómago ante tal giro brutal de los acontecimientos en el último momento. Es evidente que Tom Waits no es plato de todos los gustos, pero aún así vale la pena escuchar atentamente esta canción, prestando atención a la letra.

Fairytale of New York, canción de The Pogues en la que colabora la cantante Kirsty MacColl, es un durísimo diálogo entre una pareja que también ha visto sus sueños rotos mientras la Navidad despliega todo su esplendor alrededor de ambos. Recuerdan cómo se conocieron, los planes que hicieron juntos, y acaban insultándose y tirándose la culpa del rumbo que tomaron sus vidas. Él parece querer hacer las paces, mientras que ella se niega y le enumera todas las catástrofes que trajo a su vida. La canción juega con la alternancia entre el optimismo y el pesimismo, combinando de manera magistral la música de un triste piano, que suena al principio, con la de una banda que se incorpora posteriormente para tocar una alegre canción de pub típicamente irlandesa. Estoy seguro de que a cualquier irlandés emigrado a Nueva York se le encogerá el corazón en ese momento en el que The Pogues se arrancan con esa parte más folk, quizás para potenciar el contraste entre la sórdida vida en la Gran Manzana y la bucólica campiña irlandesa. Es fácil evocar la superposición de imágenes: las tristes noches en un piano bar entre borrachos, vagabundos y gente solitaria, frente a la alegría de los pubs irlandeses abarrotados de gente bebiendo y cantando.

En estos días en los que nos encontramos rodeados de imágenes de felicidad, de canciones alegres y de bullicio, conviene recordar que hay gente para la que la Navidad es, como dice una de las canciones más tristes entre todas las que hemos mencionado en este texto, otro día más dentro de una larga lista de días intercambiables y deprimentes. La Navidad es la época del año en la que se cumplen muchos sueños, pero también es cuando más duelen los que se rompieron por el camino.

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