Categoría: Nº7 / Septiembre 2013

LS #7

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Los viajes transformadores de Paul Bowles

Por Emma Rodríguez © 2013 / Al comienzo de “El cielo protector”, su obra más célebre, Paul Bowles deja claro que la diferencia fundamental entre el turista y el viajero reside en el tiempo. “Mientras el turista se apresura por lo general a regresar a su casa al cabo de algunos meses o semanas, el viajero, que no pertenece más a un lugar que al siguiente, se desplaza con lentitud durante años de un punto a otro de la tierra”, dice el narrador de la novela, quien alude también a otra distinción: “el turista acepta su propia civilización sin cuestionarla”, no así el viajero, “que la compara con las otras y rechaza los aspectos que no le gustan”…

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Andrés Trapiello: “El milagro de la literatura consiste en doblar la vida”

Por Emma Rodríguez © 2013 /
Cuenta Andrés Trapiello que sus primeras lecturas, placenteras y solitarias, las realizó en el pequeño desván de la casa familiar en León, un desván “al que se accedía por una escalera de madera empinada y peligrosa” y al que tenía prohibido subir. “Las cientos de horas pasadas allí fueron lo más parecido al paraíso”, confiesa en “Mi novela”…

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Rafael Chirbes: Mucho más que el discurso de la codicia

Por Emma Rodríguez © 2013 / La desazón es una emoción profunda, dolorosa, y a la vez cargada de lucidez. Se parece a la tristeza, pero resulta más punzante y mas que llanto provoca rabia, una inquietud comparable a la que experimentamos al asomarnos a un abismo o al mirar al fondo de un pozo oscuro que de repente aparece en el camino y ante el que hasta ese momento pasábamos con los ojos vendados. Es un ovillo de malestar,  de impotencia,  que se acomoda en un hueco en el fondo del estómago, un hueco casi imperceptible pero persistente, al que acabamos acostumbrándonos a sabiendas de que una chispa transformadora se ha encendido en algún punto de la conciencia…

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Gabriele Nissim, la reivindicación de la bondad

Por Emma Rodríguez © 2013 /
Quiero empezar diciendo que el título y la portada en verde, con la imagen de un trozo de bosque, del ensayo del que voy a hablar a continuación llamó mi atención desde el escaparate de la librería La Central (Madrid). Me atrajo poderosamente una palabra, bondad, un término poco habitual en nuestras conversaciones, en las noticias que entran en nuestras casas cada día, en las novelas que leemos. Un término que, en cierto modo rehuimos utilizar porque la contemporaneidad ha impuesto la idea, ya convertida en tópico, de que la maldad resulta mucho más atractiva, de que los héroes de la vida y de la ficción tienen que tener un punto de perversidad para ser interesantes, para despertar nuestro interés…