Por Emma Rodríguez © 2013 / Al comienzo de “El cielo protector”, su obra más célebre, Paul Bowles deja claro que la diferencia fundamental entre el turista y el viajero reside en el tiempo. “Mientras el turista se apresura por lo general a regresar a su casa al cabo de algunos meses o semanas, el viajero, que no pertenece más a un lugar que al siguiente, se desplaza con lentitud durante años de un punto a otro de la tierra”, dice el narrador de la novela, quien alude también a otra distinción: “el turista acepta su propia civilización sin cuestionarla”, no así el viajero, “que la compara con las otras y rechaza los aspectos que no le gustan”…
