Por Emma Rodríguez © 2015 / Hay viajes y nombres de la literatura que se convierten en territorios sagrados, en lugares que se quedan registrados en la memoria como mágicos, especialmente placenteros, reveladores. Son lugares que no desaparecen, que pasan a formar parte de lo que somos, de la misma manera que los paisajes que nuestros ojos vieron por primera vez con conciencia de estar asistiendo al nacimiento de algo nuevo, igual que esas poderosas vivencias de los afectos que experimentamos un día y que, de algún modo, siempre seguimos buscando. Adolfo Bioy Casares es para mí uno de esos lugares…
