Me siento una “criatura de isla”

Emma Rodríguez © karina beltrán 2013

Por Emma Rodríguez © 2013 / “Soy isla asida al tallo de los vientos…”, reza un poema de la poeta cubana Dulce María Loynaz que siempre me ha encantado. La sensación de isla, de isla geográfica y de isla íntima, suele acompañarme. He reflexionado mucho sobre ello en un reciente viaje a Tenerife, un viaje de reencuentros, donde volví a tener la impresión de que geografía y alma, paisaje y carácter, están unidos por un hilo imperceptible, emocional. “Imaginé un día algo semejante a un saber insular. Era un saber hecho no de contenidos, de datos o de inferencias lógicas, sino de intuiciones, de percepciones, de olores, de sabores, de epifanías. Un saber de los sentidos. No era una sabiduría sino una misteriosofía”, leo en”Cuaderno de las islas”, de Andrés Sánchez Robayna, un bellísimo libro en el que el poeta canario acompaña sus propias meditaciones con las de todos los autores que a lo largo del tiempo se han detenido a contemplar el mar y a desentrañar qué significa ser una “Criatura de isla”, definición que da título al verso citado de Loynaz.

Después de cerca de tres años de ausencia percibí con renovado entusiasmo la brisa de “mi” isla, las olas rompiendo, las rocas de lava de la playa, la exuberante vegetación, esos extraños paisajes en torno al Teide, que llevaron a Breton a decir que había puesto el pie en “la isla surrealista” en aquel viaje legendario -lleno de deslumbramientos, de anécdotas- que tan bien narra Domingo Pérez Minik en la “Facción surrealista de Tenerife”. Una obra esencial para mí, que me hizo apreciar en toda su plenitud la tierra en la que nací, y que quise encontrar en las librerías para hacérsela llegar a un amigo hispanista que trabaja sobre Eduardo Westerdahl. Pero no hubo suerte. ¿Quién puede entender que no se continúe editando, que hoy en las librerías canarias pese la ausencia de sus clásicos? Algo de Pedro García Cabrera, sí; tal vez algún ejemplar de “Mararía”, la mítica novela de Rafael  Arozarena, que yo no llegué a ver pero que imagino se sigue recomendando a los alumnos de instituto; pero ni “Crimen”, de Agustín Espinosa, ni “Fetasa”, de Isaac de Vega, ni ningún estudio sobre el interesantísimo grupo que creció en torno a la revista “Gaceta de Arte”. Tal vez no supe buscar ni encontrar, pero sí recuerdo mi cara de decepción al preguntar en más de tres  conocidas librerías por estos títulos y ser conducida a estantes repletos de obras sobre el folklore y los paisajes de la isla.

¿Qué es un paisaje sin el espíritu de aquellos que supieron atraparlo más allá de sus formas, que dieron nombre a las incógnitas de su belleza?, me pregunto. Por fortuna la desazón logró diluirse un poco gracias a la visita a dos centros de arte: la Fundación Cristino de Vera y  TEA (Tenerife Espacio de las Artes). El hermoso caserón que acoge la obra de De Vera en La Laguna es un lugar que dialoga con el silencio, con el recogimiento, con el sentimiento místico que respira toda la obra de este artista, nacido en Santa Cruz en 1931 y afincado en Madrid desde hace mucho tiempo, a quien tanto he escuchado reflexionar sobre la búsqueda de la espiritualidad, de la armonía, de ese sentimiento de eternidad que a veces se llega a posar en los detalles más mínimos, como el fugaz vuelo de una mariposa de luz.

Emma Rodríguez © karina beltrán 2013

En el magnífico edificio de TEA, construido por los arquitectos Herzog & de Meuron, descubrí a Arnulf Rainer, un creador austríaco (Baden, 1929), que bebió en las fuentes del surrealismo en sus inicios y prosiguió su carrera en las cercanías del expresionismo, entendiendo el arte como un espacio de rebeldía, de contestación. Hace algunos años el artista descubrió Tenerife y pasa largas temporadas en la isla, actuando sobre sus parajes con sobrepinturas, tachaduras y rayados diversos, transformadoras manchas de color que les confieren una presencia velada, misteriosa y que llevan al espectador a observar lo conocido con una mirada distinta, renovada. Me cautivaron sus piezas y me gustó la sala en la que a través de tres pantallas se puede acceder al proceso de creación de Rainer en su taller y al aire libre, sacando fotografías de esos rincones sobre los que ha de proyectar posteriormente sus sueños; explicando, a través de una entrevista, sus motivaciones, sus búsquedas. La exposición, titulada “Horizontes sin fronteras” estará abierta hasta finales de junio. 

El hermoso caserón que acoge la obra de De Vera en La Laguna es un lugar que dialoga con el silencio, con el recogimiento, con el sentimiento místico que respira toda la obra de este artista a quien tanto he escuchado reflexionar sobre la búsqueda de la espiritualidad, de la armonía, de ese sentimiento de eternidad que  a veces se llega a posar en los detalles más mínimos como el fugaz vuelo de una mariposa de luz.

La isla está reflejada también en este número de “Lecturas Sumergidas” a través de la experiencia como criatura insular de la escritora mallorquina Carme Riera, quien en la sección “Leyendo con” se refiere a esa sensación de encierro, de aislamiento, de ganas de escapar que se despierta en aquellos que se ven rodeados de mar por todas partes. “Pero precisamente porque la isla es soledad (no mismidad, no autosuficiencia) el insular, contra lo que suele pensarse, está especialmente dotado para lo nuevo, para lo inédito o no visto”, apunta Sánchez Robayna.

No encontré los libros que buscaba y opté por comprar la edición de bolsillo de “Verano”, del autor sudafricano J. M. Coetzee, impulsada por la estimulante lectura de la correspondencia que cruzó con Paul Auster. Una mañana me fui con el libro a la Plaza del Príncipe, uno de mis rincones favoritos de Santa Cruz, lugar de conversaciones interesantes, de silencios, de pasados anclados en la memoria, y a ese momento corresponden las fotografías que ilustran esta “Ventana” siempre abierta, desde la que miro a mi vida e intento acercarme a esos otros “cuentos” de los que habla Mario Levi, quien me hace ensanchar los límites de la isla y viajar muy lejos, a un Estambul cosmopolita que aún no conozco, pero que me aguarda cargado de promesas.

Marzo ha sido un mes de isla, pero también de acontecimientos literarios como la concesión del III Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero, que en esta ocasión fue para Guadalupe Nettel, una escritora mexicana a la que ya me apetece leer, que concurrió al certamen con una entrega titulada provisionalmente “Historias naturales”, muy pronto en las librerías. Simpatizo con este certamen, organizado por Páginas de Espuma, una editorial especializada en la distancia corta, porque confirma que la cultura de calidad puede ser una buena apuesta, una manera magnífica de promocionar una marca. Algo que han sabido ver los responsables de comunicación de una denominación de origen que sí proyecta lo mejor de este país fuera. Ojalá que sea algo que se contagie en estos momentos en los que la banalidad parece llenar cada vez más los espacios, los ámbitos de la creación.

Emma Rodríguez © karina beltrán 2013

Nada más lejos de esa banalidad de la que me quejo que la labor continuada de la revista “Turia”, un ejemplo de excelencia y de resistencia. Dirigida por Raúl Carlos Maícas y editada por el Instituto de Estudios Turolenses de la Diputación de Teruel, esta publicación de carácter trimestral, dedica su último número a la obra de Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, Aragón, 1960), sin duda uno de los escritores de más talento de las actuales letras españolas. De su mundo narrativo, del que forman parte títulos como “Carreteras secundarias”, “El tiempo de las mujeres”“María bonita”“Enterrar a los muertos” o “El día de mañana”, escriben especialistas como José María Pozuelo Yvanco, José-Carlos Mainer o Fernando Valls, pero yo animo al interesado a empezar por el perfil que traza Enrique Vila-Matas, un perfil cargado del humor y la originalidad propias de su autor, convertido en esta ocasión en el amigo, pero también en el crítico y el lector, capaz de ver la grandeza de una obra a través de la grandeza del ser humano que la pone en pie.

Todo aquello que queremos saber de Martínez de Pisón, incluídas sorpresas como la publicación de un fragmento de una novela inédita que lleva por título “La buena reputación”, se incluye en este número de “Turia” que nos anima a correr inmediatamente a la librería más cercana, a la biblioteca pública más próxima, para sumergirnos en ese territorio tan singular que, como dice Pozuelo Yvancos, aúna la vida sentimental y política de la España de la segunda mitad del siglo XX. Pero, además, el lector se encuentra, como es habitual, con narraciones, con poemas, con críticas, con entrevistas en profundidad, como la que he tenido el placer de realizar a Santiago Auserón, otro aragonés que habla de la influencia de su ciudad natal en su forma de ver el mundo, de la pobreza de la música actual y de tantas otras cosas.

Nada más lejos de la banalidad que la labor continuada de la revista “Turia”, un ejemplo de excelencia y de resistencia, que dedica su último número a la obra de Ignacio Martínez de Pisón, sin duda uno de los escritores de más talento de las actuales letras españolas.

Auserón sigue investigando, sigue componiendo, pero de una forma más callada. Nada que ver con la época de “Radio Futura”; lo mismo le sucede a Nacho Goberna, el ex líder de “La Dama se Esconde”, cuyo proceso creativo tengo la enorme suerte de seguir muy de cerca. Nacho Goberna ha realizado en solitario dos trabajos, “Transparente” y “Un Bosque de Té Verde”, dos trabajos en los que demuestra haber evolucionado hacia un lenguaje mucho más introspectivo, haber alcanzado una cima en la que los sentimientos se expresan a través de la música, de las texturas de la voz, de ese tono poético que tanto le caracteriza. Creador total, su “Bosque” le ha llevado a dar un paso más allá, a poner en imágenes, con cámara HD o móvil en mano, cada uno de sus temas, realizados, grabados y editados por él mismo. En total diez videoclips42 minutos de calma, de belleza– que juntos conforman una especie de película, de geografía particular, hecha de emociones y de presente, de un presente de protesta y de esperanza, de gente que marcha junta en una manifestación y de niños que miran al “Mañana” desde múltiples ventanas. Y ya que empezamos hablando de islas, también hay una isla en este recorrido, La Graciosa, en Lanzarote, cuyos paisajes tan especiales acompañan a la estremecedora composición instrumental “Memoria de unos ojos grises”. Desde aquí os invito a emprender el viaje.

Nota final: espero que nos encontremos en alguna librería la noche del próximo día 23, la “Noche de los Libros”. Una fiesta en torno a la lectura que en esta convocatoria lleva por lema “¿Me regalas un libro? Te regalo un libro”. Una ocasión que hay que aprovechar para comprar ese título que tanto deseamos leer, ya que habrá descuentos del 10% y porque podremos disfrutar de un amplísimo programa de presentaciones,  firmas de autores, charlas y música. Más información en: (www.madrid.org/lanochedeloslibros/).

[Todas las fotografías de esta “Ventana” han sido realizadas por Karina Beltrán en la plaza del Príncipe, de Santa Cruz de Tenerife. El libro que leo es “Verano”, de J. M. Coetzee.]

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