Mujeres valientes en escena

De Emilia Pardo Bazán a Anna Politkovskaia, pasando por Isadora Duncan, la escena reivindica la presencia de mujeres necesarias que se pusieron el mundo por montera

Por Pilar Ortega © 2017 / Son muchas las que están , pero no están todas las que lo merecen. La presencia de la mujer en las artes escénicas se hace más visible día a día sobre las tablas, pero son aún muy pocas, apenas un 23%, las que reciben atención como directoras de escena o dramaturgas. Para paliar ese déficit de miradas femeninas, y ahora que nos acercamos al Día Mundial de la Mujer, algunas salas ponen en marcha proyectos que pretenden dar visibilidad a su trabajo, al tiempo que ponen en valor vidas singulares que sortearon las zancadillas de una sociedad no concebida para ellas. Hablamos, por ejemplo, de Emilia Pardo Bazán, María Teresa León, Gloria Fuertes, Anna Politkóvskaya, Isadora Duncan. Todas, a su manera, debieron lidiar con un entorno en el que sólo los hombres merecían triunfar.

Así, el Teatro del Barrio ha puesto en marcha el proyecto Mujeres que se atreven, una trilogía escrita, dirigida e interpretada por mujeres que se ha inaugurado con Emilia, un homenaje a la Pardo Bazán (A Coruña, 1851-1921), quien, a su condición de condesa, unía las de novelista, periodista, ensayista, crítica literaria, poeta, dramaturga, traductora, editora, catedrática y conferenciante, y que continuará con otros dos nombres de mujeres valientes: María Teresa León, a quien muchos conocen por haber sido la pareja de Rafael Alberti, pero que merece un lugar destacado en el panorama de las letras españolas como novelista, memorialista y activista en los años de la República y la Guerra Civil, y, por último, Gloria Fuertes, personaje mediático por sus populares poesías infantiles tras las que se esconde un férreo compromiso con lo humano. Una tríada de mujeres ejemplares que lucharon para que la sociedad las reconociera como iguales.

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Emilia Pardo Bazán

Emilia, ahora mismo sobre las tablas, muestra, según Noelia Adánez, autora del texto y alma de esta aventura necesaria, a una mujer fuerte, inteligente y socarrona que se empeñó en ser ella misma por mucho que la sociedad de las postrimerías del siglo XIX le aconsejara conducirse de otra manera. Así que esta autora se mantuvo firme en sus deseos y, para conseguir escribir y participar en la vida pública, hubo de ponerse el mundo por montera. Nada le importó que su coetáneo José Zorrilla dijera que las mujeres que escriben “son un error de la naturaleza” o que Juan Valera comentara maliciosamente que no debía entrar en la Real Academia de la Lengua porque “su trasero (era de complexión fuerte) no cabría en un sillón”.

Noelia Adánez, historiadora de formación, ha articulado un monólogo mordaz y divertido en escena para resucitar a doña Emilia , para lo que ha extraído frases y reflexiones de sus artículos periodísticos, de sus obras literarias y de su ingeniosa y apasionada correspondencia con Benito Pérez Galdós, con quien mantuvo una relación amorosa. La autora de Los pazos de Ulloa se presenta ante los espectadores como si éstos fueran los académicos que se mofan de ella y por eso lanza sus irónicas flechas al patio de butacas mientras reivindica su puesto y sus méritos.

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Pilar Gómez interpretando a Emilia Pardo Bazán en El Teatro del Barrio

Pilar Gómez es la actriz que se pone en la piel de esta mujer rompedora que no se callaba ante un mundo de hombres que la tachaban de gorda, fea, arrogante y egocéntrica. Al parecer, fue su propio padre, el diputado a Cortes José Pardo, quien, además de procurarle la mejor educación, le incitaba a comportarse de esta guisa: “Mira, hija, los hombres son muy egoístas. Si te dicen que no puedes hacer algo por ser mujer, es mentira. Porque no puede haber dos morales para dos sexos”.

Era consciente la Pardo Bazán de la suerte que tenía, por lo que consideró que debía luchar por evitar el papel ornamental de la mujer. Abogó por un acceso universal a la cultura y dejó escrito que la educación de la mujer, también la que trabajaba en las fábricas, no podría llamarse tal si sólo conducía a la obediencia, la pasividad y la sumisión.

No era su caso evidentemente, puesto que, gracias a su dominio del idioma francés, Emilia Pardo Bazán pudo mantener relación con autores como Emilio Zola y Víctor Hugo, al mismo tiempo que fumaba, intervenía en debates, escribía de las nuevas tendencias literarias o accedía a la presidencia del Ateneo de Madrid o a una cátedra universitaria en la Universidad Central de Madrid.

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Tanto Noelia Adánez como la directora del montaje, Anna R. Costa, han optado por resaltar el humor de doña Emilia, para acercar su figura a un mayor número de espectadores, una cualidad de la que la propia escritora supo sacar partido en las aulas universitarias. De hecho, sus alumnos no faltaban nunca a sus amenas clases y dicen que tenía 825 discípulos matriculados cuando Ramón y Cajal sólo contaba con 221.

Emilia Pardo Bazán reconoció, eso sí, que si en su tarjeta de visita pusiera Emilio en vez de Emilia, su vida habría sido muy diferente, seguramente más fácil, una opinión que seguro compartirían sus colegas en la trilogía “Mujeres que se atreven”: María Teresa León y Gloria Fuertes, que subirán a escena, en el Teatro del Barrio, los próximos meses. A Noelia Adánez le gustaría que este proyecto no se quedara en una acción puntual, sino que creara escuela, con el fin de que surgiera una pedagogía del trabajo en equipo de las mujeres y para que se revitalizara el teatro documental como género teatral.

Ejemplar Anna Politkóvskaya

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Anna Politkovskaya

Ahora nos trasladamos al siglo XXI para reivindicar el nombre de otra mujer valiente, el de la periodista rusa Anna Politkóvskaya (1958-2006). Su compromiso vital y su asesinato suben a escena con un monólogo dramático dirigido por Lluis Pasqual e interpretado por Míriam Iscla: Mujer no reeducable. El texto es del autor italiano Stefano Massini, quien quiso inmortalizar a esta activista por los derechos humanos que se opuso radicalmente, con fatales consecuencias, a la guerra de Chechenia y al presidente ruso, Vladimir Putin.

Anna Politkóvskaya sufrió un primer secuestro por parte de militares rusos que trataron de asustarla violentamente y, más tarde, fue envenenada. Y como sobrevivió a estas dos severas agresiones y continuó con su labor informativa, acabó siendo tiroteada en el ascensor de su casa en Moscú el 7 de octubre de 2006, después de ser amenazada de muerte por los servicios secretos rusos. Una vecina del inmueble descubrió su cuerpo, con varios impactos de bala, en el ascensor del edificio donde vivía.

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Míriam Iscla interpretando a Anna Politkóvskaya

El secretario general de la Unión de Periodistas de Rusia, Igor Yakovenko, afirmó entonces que su asesinato era “un golpe en el mismo corazón del periodismo ruso” y que no sería posible compensar su muerte, porque “no hay nadie como ella ni lo habrá nunca”. Así que, con la fuerza de las balas, la voz de Politkóvskaya quedó silenciada a sus 47 años, pero su ejemplo permanece hoy todavía vivo.

Carme Portaceli, la directora de la sala donde se representa Mujer no reeducable, el Teatro Español, considera que “todo teatro es político” y puntualiza que lo político no necesariamente debe asociarse a un partido, sino a una ideología, por lo que “esta obra es política, ideológica y necesaria”.

Una chica en la Isla del Tesoro

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Y ahora nos fijaremos en la versión de un clásico como La isla del tesoro, que tiene la valentía de unir el concepto de aventura con un nombre de mujer. La Joven Compañía firma en el Teatro Conde Duque una singular representación del famosísimo relato de Robert Louis Stevenson, cuya adaptación firma la escritora británica Bryony Lavery, impulsora en escena de obras de temática feminista puestas en pie con repartos formados principalmente por mujeres.

Más allá de la historia de piratas, mares, barcos y aventuras del texto original, en esta particular versión de La isla del tesoro, su protagonista, Jim Hawkins, es una niña que no se conforma con el papel que le ha otorgado la historia, porque, como ella grita, “las niñas también necesitamos aventuras”.

Y es que La Joven Compañía, joven en su denominación, joven en sus ilusiones y joven porque comenzó su andadura en el verano de 2012, está haciendo un trabajo ejemplar en las artes escénicas, con propuestas singulares que le han valido ya, en su corta trayectoria, premios como el Ojo Crítico de Teatro 2014 que otorga Radio Nacional de España.

Beatriz Argüello e Isadora Duncan

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Isadora Duncan

Seguramente para dar visibilidad a la mujer en escena, la Sociedad General de Autores de España (SGAE) concibió en 1978 el premio Miguel Mihura de Teatro para reconocer el trabajo de una actriz, dramaturga o directora española. Hacía nada menos que 13 años que este galardón no se otorgaba y, por fin, en 2017 se ha “resucitado”.

A su lista de galardonadas (Amparo Baró, Concha Velasco, Lina Morgan o Blanca Portillo, entre otras), se ha unido recientemente la actriz Beatriz Argüello, quien, además, representa, en el Teatro Tribueñe, la obra Estaciones de Isadora, un viaje que mezcla poesía, música y danza inspirado en la bailarina Isadora Duncan (1877-1927), una mujer que se coló, como una obsesión, en el alma de Beatriz Argüello cuando supo, a través de su autobiografía, de los avatares de su singladura vital.

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Beatriz Argüello interpretando a Isadora Duncan en la obra «Estaciones de Isadora»

La obra, codirigida por la propia Beatriz Argüello y Hugo Pérez de la Pica, está articulada como un monólogo teatral cuyo principal propósito es el de rendir homenaje a “una revolucionaria”. Y es que Isadora Duncan, que vio morir ahogados a sus hijos y que acabó sus días estrangulada por su propio pañuelo al engancharse éste a la rueda de un coche en el que viajaba, estaba en contra del matrimonio, tuvo a sus hijos con diferentes hombres, viajó por el mundo entero… Era una mujer libre, reconoce Argüello, que se lanzó en brazos de la vida para abrir caminos que otros, después, transitaron.

Sin embargo, que nadie se llame a engaño, porque Estaciones de Isadora no es un relato lineal de la vida de Isadora Duncan, sino una colección de sensaciones, de sugerencias, de escenas que nacen de la pasión por esta figura mítica, considerada la madre de la danza moderna, que hizo un himno de la libertad y de la belleza.

La Noche de los Teatros

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La dramaturga Lola Blasco

Sucede por primera vez en los 10 años que se lleva celebrando la Noche de los Teatros en Madrid: Las mujeres serán las protagonista de la convocatoria, que este año se celebrará el 25 de marzo, una jornada que se abrirá con un pregón escrito por la dramaturga Lola Blasco y que será leído por la actriz Susi Sánchez.

Ese día se podrán ver espectáculos en los que las mujeres tienen protagonismo en escena, ya sea como actrices, directoras, dramaturgas o personajes. Es el caso de Cáscaras vacías, con texto y dirección de Laila Ripoll y Magda Labarda, con tres actrices en escena; Penal de Ocaña, de la compañía Nao D’Amores, dirigida por Ana Zamora, con una actriz y una pianista; Interrupted, una propuesta de teatro gestual llevado a cabo por una compañía de nuevas creadoras (Teatro en Vilo), o Material frágil, con dirección de Carlota Ferrer, además de lecturas dramatizadas por alumnas de la Real Escuela Superior de Arte Dramático.

Y para que este homenaje a la mujer no sea sólo flor de un día, se ha programado un ciclo de conferencias desde el 8 de marzo, Día de la Mujer, hasta el 25 de marzo, coincidiendo con la Noche de los Teatros, bajo el título Mujeres en las artes, en el que participarán especialistas como la académica Estrella de Diego, la catedrática Beatriz Blasco Esquivias o la actriz, dramaturga y directora Natalia Menéndez. Un gesto loable al que las mujeres de nuestro teatro dan la bienvenida, pero que consideran escaso.

ELLAS CREAN

No podemos olvidar una interesante iniciativa que desde el Ayuntamiento de Madrid se viene programando por estas fechas desde hace13  años en el Centro Cultural Conde Duque. Hablamos del festival Ellas Crean, que en la presente edición quiere recuperar la memoria de mujeres esenciales de nuestra cultura, como Gloria Fuertes o Elena Fortún, y hacer justicia a aquéllas que quedaron prácticamente silenciadas en aquel milagro cultural que fue la Generación del 27. Todo ello, dice la directora del festival, Concha Hernández, tendría menos sentido si no se dirigiera la mirada a las mujeres más jóvenes, a las que invita a exponer sus propuestas más arriesgadas y a mantener un diálogo con quienes las precedieron.

Así, desde el 1 de marzo y hasta el 17 de abril, más de un centenar de creadoras tendrán una plataforma para hacer valer su voz, ya proceda ésta del cine, de la música, de la literatura, del arte y, sobre todo, del teatro y de la danza, porque es este ámbito el que vertebra las más de 100 actividades programadas que abordarán temas tan candentes como la trata de blancas, los refugiados o la violencia de género.

La Liga de las Mujeres Profesionales del Teatro presenta el proyecto Piel con Piel, sobre la explotación sexual, en el que participan 80 jóvenes de 14 a 16 años; la dramaturga de Macedonia Astrid Menasanch hablará de su experiencia como refugiada en el proyecto Pasaje Nocturno; la actriz y directora Beatriz Bergamín abordará, con su obra No hay papel, la búsqueda de la dignidad en el ámbito personal, profesional y político, y varias lecturas dramatizadas rendirán homenaje, desde la escena, a Maria Curie, dos veces premio Nobel y emblema de la ciencia universal.

Recibirá un especial tributo María Moliner cuando se cumplen 50 años de la edición del diccionario que lleva su nombre. Ella, que estaba convencida del poder transformador de la cultura, es la protagonista del documental María Moliner. Tendiendo palabras, con guión y dirección de Vicky Calavia, que se estrenará en este festival. También se presentan otros dos documentales, uno de los cuales recupera el nombre de la fotógrafa Joana Biarnés, pionera del fotoperiodismo en España, y otro, Arenas del silencio. Olas de valor, supone un alegato contra la explotación sexual.

Cuatro películas internacionales se proyectarán en el ciclo Dirigido por mujeres. Son Women Art Revolution, de Lynn Hersham; Plaza de la Soledad, de la fotógrafa mexicana Maya Goded; Little Girl Blue, de Amy Berg, y finalmente La bailarina, de Stéphanie Di Giusto, sobre la vida de Loie Fuller y su encuentro con Isadora Duncan. Y como colofón, un reconocimiento a las Pioneras del cine español: Rosario Pi, Margarita Alexandre, Josefina Molina o Pilar Miró.

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